16 septiembre, 2009

Así empezó todo.


Esta historia se inició a mediados de 2007, cuando a Teté, vecina de mi edificio, le dio por hablarme de su enfado y frustración por las situaciones problemáticas que se presentaban cotidianamente en nuestra unidad habitacional, como calles llenas de basura y desechos de perro, edificios deslucidos por la falta de mantenimiento, ruido generado por vecinos con su dizque música a todo volumen, pleitos de borrachos, perros histéricos ladrando sin parar por su injusto encierro en azoteas y patios de servicio... entre otras cosas.

Por otro lado, yo platicaba mucho de los mismos asuntos, con otro vecino, Beto García. Resultó todo un proceso  tomar conciencia de nuestra cruda y muy ruda realidad, al final, llegamos a la conclusión de que rabiar y lamentarse no servía de nada. Así que Beto buscó la ayuda de don Juan Almazán (comandante de Policía, ahora jubilado) y ya entre los tres nos dedicamos a buscar información.

En esos días, ocurrieron cosas que nos alarmaron mucho: un repartidor de pizzas fue golpeado y asaltado, hubo un robo a otro vecino y unos tipos intoxicados allanaron un departamento para armar bronca. Ante esto, consideramos que el problema más grave era la inseguridad, así que acudimos a la Dirección de Prevención del Delito de la SSPyT. 

En diciembre de ese año, hicimos la primera reunión informativa del Programa Colono Alerta, y aunque resultó muy difícil organizarnos, el evento estuvo bastante concurrido. En esta actividad participó Gustavo Arteaga.

Días después, empezamos a hablar y descubrimos que aunque teníamos estilos distintos, en el fondo buscábamos lo mismo. Y así fue como se inició todo.

Estamos seguros de que transformar nuestra unidad habitacional en un lugar seguro, limpio y tranquilo y con una convivencia sana entre vecinos es totalmente posible, sólo se requiere de organización y un poco de trabajo. Y tú, ¿qué opinas?, envíanos tus comentarios.