27 junio, 2010

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¡Oh Aira, ciudad de mármol y berilo, cuántas son tus bellezas! ¡Cuánto amaba yo las cálidas y fragantes arboledas del otro lado del hialino Nithra, y las cascadas del diminuto Kra que fluían a través del valle verdeante! En aquellas arboledas y en aquel valle los niños tejían guirnaldas los unos para los otros, y al anochecer yo soñaba con extraños sueños bajo los árboles yath de la montaña, mientras veía por debajo de mí las luces de la ciudad, y el sinuoso Nithra reflejando una cinta de estrellas.

Y en la ciudad había palacios de mármol veteado, con cúpulas doradas y muros pintados, y verdes jardines con cerúleos estanques y fuentes de cristal. A menudo yo jugué en los jardines y chapoteé en los estanques, y me tumbé y soñé entre las pálidas flores bajo los árboles. Y a veces a la puesta del sol subí por la larga calle empinada hasta la ciudadela y la gran plaza, y miré hacia Aira, la ciudad mágica de mármol y berilo, espléndida en una vestidura de reflejo dorado.

La búsqueda de Iranon (La maldición de Sarnath, H. P. Lovecraft, 1a. edición, 1981, España, p. 153).